El modo en que se gestiona la separación determinará el impacto sobre cada miembro de la pareja, la familia, amigos y especialmente en los hijos, si los hubiera. Busca una manera de separarte de la forma más constructiva posible, asumiendo la responsabilidad y tu papel en esta nueva etapa, manifestar y expresar el dolor, establecer límites claros, e impedir que terceros se vean involucrados.
Un divorcio o una separación produce en fuerte impacto emocional para los hijos. Se deja de ser pareja, pero no padres. Con la ruptura se pierde la pareja, pero ambos siguen siendo padres y deben respetar estas funciones, tanto en el caso propio, como del otro. Lo adecuado es que los padres mantengan, en la medida de lo posible, las rutinas, coherencia en la normas y proporcionar el afecto y comprensión necesaria dadas las circunstancias.
Los padres tendrán que explicar la situación de acuerdo a la madurez de sus hijos. La comprensión del divorcio depende de la edad del niño y en cómo le afecte.
¿Cómo comunicar a nuestros hijos que nos separamos?
1-Hablar sobre el divorcio de manera clara y simple.
Para todos los hijos, independientemente de la edad, el mensaje de sus padres debe ser claro y simple. Se deben dejar de lado lo que tenga que ver con los aspectos propios de la pareja ya que podrían llevar a los hijos a creer que pueden solucionar el problema o que son la causa del divorcio.
Una vez que la decisión es firme, es mejor que los padres se lo comuniquen a los hijos de forma conjunta. Explicar a los niños que la separación es una decisión compartida, incluso cuando en realidad haya sido uno de ellos quien lo determinara y al otro no le hubiera quedado más opción que aceptarlo.Por ejemplo con estas palabras: “Hemos decidido que no podemos vivir juntos. Esto no fue una decisión fácil y no tiene absolutamente nada que ver contigo, porque ambos te queremos”.
No relativizar la situación y aclarar que para todos habrá un periodo para acostumbrarse a la nueva situación, y añadir que ambos progenitores están convencidos que todos saldrán beneficiados.
Al conocer la noticia, los hijos pueden tener sentimientos encontrados y es muy útil explicarles claramente qué cambios se van a producir, como que tendrán dos casas,dónde y cómo se va distribuir el tiempo con cada progenitor, dónde vivirá el otro, cómo mantendrán la comunicación. Es importante prestar atención a las reacciones del niño para responder y actuar en consecuencia.
2- Expresarles y manifestarles un amor incondicional
El ser padre/madre es para toda la vida, independientemente de las circunstancias, es un amor incondicional que ha de permanecer intacto. Los hijos lo deben saber y sentir de su padre/madre para que sientan esa seguridad que necesitan ante los cambios que van a ir surgiendo a partir de la separación, y que el divorcio no es por su culpa. Los hijos a partir de los 9-10 años querrán más detalles de qué ocurrirá y cómo afectará a sus vidas. En este caso, lo mejor es que los padres tengan conversaciones tranquilas y abiertas, apoyar a las reacciones emocionales de sus hijos y seguir manteniendo buenas perspectivas sobre su comportamiento.
3- Facilitarles que hablen de sus sentimientos y sepan que están seguros
Los niños tendrán muchas preguntas, y muchas no las harán por miedo. Es importante darles oportunidades repetidas de hacer preguntas y expresar sus preocupaciones para que verbalicen sus sentimientos, pensamientos y preocupaciones, así se podrá prevenir problemas futuros y aliviar la carga del niño.
Por lo general, los niños se preguntan cómo cambiará su vida el divorcio. Pero otras preocupaciones pueden permanecer ocultas. Se pueden mostrar retraídos, cabizbajos, triste, o bien con la rabia, enfado. Animar a los hijos a expresar sus sentimientos y ofrecerles el apoyo necesario para lidiar con ellos.
La mayoría de los niños se preocupan por si son responsables de la disolución del matrimonio de sus padres, pero pocos son capaces de preguntarlo directamente. Otras preguntas podrían ser, si podrían hacer algo para arreglarlo, si les querrán igual después, cuándo podrán ver a su padre o a su madre, si tendrán que cambiar de casa o de escuela o si contarán con el dinero y los recursos que necesitan.
Las claves para responder a estas preguntas son la claridad, la honestidad y la certeza de que van a permanecer seguros y amados. Explícale claramente lo que va a cambiar y cómo le va a afectar. El cambio puede ser abrumador y aterrador para los niños, pero explicarle lo que va a pasar con tiempo facilitará que el cambio sea más llevadero o, al menos, que sea menos traumático.
4-Asegurarse de que los niños no se culpan por el divorcio
Debe reforzarse que la decisión de separarse fue una decisión de adultos, y que toda la responsabilidad corre por cuenta del padre y madre. Es preferible omitir los detalles de la separación del tipo “la culpa la tiene…”, “teníamos muchas peleas” o “hay terceras personas”. Con ello, protegeremos a los niños de las tensiones internas de la de la ruptura que únicamente pertenecen a la pareja.
Deben saber que nada de lo que han hecho ha motivado que sus padres decidieran divorciarse. Esto puede ser algo difícil de transmitir de manera convincente si los problemas de crianza de los niños eran a menudo un motivo de disputa. Sin embargo, es importante aclararle al niño que eso no es culpa suya.
Los niños pequeños suelen sentirse culpables. Creen que papá se ha ido o mamá ha decidido separarse por culpa de ellos, ya que pueden atribuir lo ocurrido a sus propias malas acciones o pensamientos, frutos de momentos de enfado. No permitas que crean eso. Vuelca tu amor más tierno con ellos.
Los adolescentes suelen buscar culpables: en ocasiones culpan al padre (por haberse ido de casa, por trabajar muchas horas, por enamorarse de otra mujer), a veces a la madre (por ser una gruñona, por no estar en casa cuando se le necesita, por enamorarse igualmente de otro hombre…). En ocasiones los que consideran culpables son terceras personas… Compréndeles, dales tiempo. Ellos también tienen que pasar su duelo. Habla con ellos todo lo que puedas, respeta sus periodos de silencio. Haz actividades divertidas con ellos y sobre todo, ten mucha paciencia.
Los hijos también deben saber que no hay nada que puedan hacer para reunir de nuevo a los padres como pareja, es un tema de adultos. Esa no es su responsabilidad.
5- Errores que se debería evitar en el divorcio/separación con los hijos
Evitar las discusiones y desavenencias delante de los niños, a pesar muchas de ellas sean parte del proceso. Genera mucha ansiedad en los hijos y pueden expresarlo en comportamientos no adecuados. Si es demasiada la tensión que está llevando el proceso, es mejor buscar ayuda de un psicólog@ especializado en Terapia de Pareja o mediador familiar para ayudar a resolver los distintos temas de la mejor manera posible y que los hijos se vean menos afectados.
A pesar que en muchas ocasiones uno tiene todo el derecho a estar enfado por situaciones con el otro miembro de la pareja, es mejor evitar las descalificaciones frente a los hijos. Los niños necesitan preservar la imagen de ambos padres, son sus modelos. Los hijos deberían estar en un terreno neutral, sin escuchar aspectos negativos de ninguno de sus progenitores, podrían sentir que tienen que tomar partido por alguno de ellos. Deben sentir la libertad de poder disfrutar con cada uno de ellos.
Evitar que sean los mensajeros entre los padres, hace que el niño se sienta atrapado, que sienta que está en medio de ambos padres y que debe tomar partido por uno u otro. Los padres deben dejar a los niños fuera de los temas de adulto, ser capaces de establecer conductos y vías de comunicación apropiadas para resolver sus asuntos pendientes.
Entre los padres debe haber una actitud de cooperación y no de competencia (quién hace el regalo más grande, quién lo lleva a sitio más espectacular, quién le da aquel capricho que quiere). Esto pone al menor en una posición de mucho poder, pero a la larga lo hace sentirse desprotegido y utilizado. Es necesario que ambos logren establecer ciertos límites, normas y pautas lo más comunes posibles para alterar lo mínimo posible su rutina.
¿Cómo viven los hijos la separación de sus padres según su edad?
Tener padres divorciados puede ser una situación que muchos niños no sepan gestionar por sí mismos. Además, lo normal es que tengan muchas dudas y necesiten que alguien, con paciencia y comprensión, se las aclare.
Las circunstancias cambian y el nivel de madurez también es muy distinto. Un dato sin duda a tener en cuenta, pues todo lo que le afecte en estas edades les marcará en sus años posteriores. Lo importante es utilizar un lenguaje adaptado a la capacidad de comprensión de los hijos y brindar solo la información que estos puedan entender.
Los bebés (menores de 2 años)
No entienden qué es un divorcio y mucho menos las consecuencias que tiene. Se dan cuenta de la ausencia de los progenitores, que se puede traducir en sentimientos de abandono y a los cambios en las rutinas. Por eso, si la separación implica grandes cambios en la frecuencia de relación con cada uno de sus padres y en la forma de realizar ciertas acciones como la hora de comer, ir a dormir, tomar el baño, etc. Entonces, sí notan que algo pasa y reaccionan en consecuencia protestando o realizando esfuerzos para que todo sea como antes. Pueden tener conductas de aislamiento y pesadillas nocturnas.
Un niño entre 2 y 3 años
Se encuentra en una etapa muy delicada, en pleno desarrollo. Si la separación produce un gran impacto en el pequeño, la consecuencia puede ser un retraso importante en su desarrollo: retraso a la hora de adquirir determinadas habilidades psicomotoras, dificultades para aprender el lenguaje y problemas con el control de los esfínteres. Un niño en esta edad tampoco entiende mucho lo que implica un divorcio y desean que sus padres sigan juntos.
Entre 3 y 5 años
Puede intuir lo qué es un divorcio y qué implica, por eso hará muchas preguntas. Con menores de cinco años, las explicaciones deben ser sencillas, cortas, concretas y claras. Esto supone decirles qué progenitor saldrá del domicilio familiar y cuándo y cómo lo verá a partir de entonces. Por lo general, esta información es suficiente, ya que además otros detalles pueden resultar difíciles de entender para ellos.
Todavía carecen de capacidad de entendimiento de las causas de la separación, van a acentuar la sensación de que el mundo se ha trasformado en un lugar muy inseguro, puede acentuarse el temor a estar solos o a que alguno de sus padres lo abandone. Por eso, puede mostrarse posesivo con uno de ellos (o con los dos). Además pueden generar sentimientos de culpabilidad y adoptar estilos de respuesta muy diferentes: pasivo- agresivo.
Los niños entre los entre 5 y 9 años
Sí sienten necesidad de saber algo más, sobre todo en cuanto a cómo les afectará a ellos. Es importante, por tanto, responder a todas sus preguntas para reducir sus dudas y temores. Es posible que vivan sentimientos de rechazo, sensación de pérdida y tristeza, además del temor a ser abandonados, ya que todavía tienen la esperanza de que sus padres se puedan reconciliar. Sufren conflictos de lealtad y lo viven como una batalla en la que hay que tomar partido. Pueden tener problemas de concentración y bajada en el rendimiento escolar.
Entre los 9 y los 12 años,
Desarrollan pensamientos en términos de bueno-malo, correcto-incorrecto. En este sentido pensemos que un niño de esta edad, por maduro que sea, está muy lejos de completar su desarrollo emocional. Hay procesos que no va a comprender, como que dos personas que se quieren hayan decidido no estar juntas. Esta sensación de vivir en un mundo que se rige por reglas complejas que se le escapan puede superarles. Es muy común que puedan experimentar vergüenza de sus padres, sentimientos de rabia hacia al progenitor que tomó la decisión de separarse y que asuman roles de adultos que no les corresponden.
En esta franja de edad, el niño puede bien, “desaprender” habilidades que había adquirido en el plano emocional o puede mostrarse fuerte mientras camufla un dolor y un miedo muy profundo. O bien, a no expresar sus sentimientos, algo que le afectará en su vida adulta.
Los hijos adolescentes entre los 13 y 18 años
Pueden tener conflictos entre aceptar o negar la situación de separación, preocupación por su futuro. De esta manera, se pueden generar diferentes consecuencias: desde una hipermaduración por parte del menor hasta problemas de conducta, como conductas antisociales, desafiantes o consumo de sustancias, tendencia a la precocidad sexual, idealización del progenitor sino convive habitualmente con el/ella.
En otras ocasiones, la separación de los padres ha generado liberalización de un ambiente tóxico y violento generando adultos más maduros y resilientes. Por este motivo, son los adultos los que deben asumir su responsabilidad como padres sin olvidarse de satisfacer las necesidades de los hijos.
¿Cómo saber si se van adaptando a la nueva situación de separación?
El divorcio es duro para toda la familia, cambian muchas cosas en la vida y el concepto de familia será diferente. Si durante el proceso de divorcio los padres han ejercido el rol parental en cooperación y consenso, y lejos de disputas, conflictos, desacuerdos, humillaciones, venganzas, críticas y sentimientos de rencor, odio, desprecio; entonces, lo habitual es que el bienestar y equilibrio psicológico del niño esté presente, y poco a poco la adaptación a la nueva situación tenga lugar. Los padres se darán cuenta de que ha superado la situación si observan que la adaptación está presente, es decir, si el hijo da muestras de que ha aceptado que sus padres no están juntos, ha aprendido a vivir con los nuevos cambios, ha retomado el equilibrio emocional y disfruta de su vida tal como está.
De lo contrario, quizás sea necesario buscar ayuda de un psicólog@ que ayude a los progenitores a poner en práctica estrategias que favorezcan el ajuste de los niños a la nueva situación familiar.