La ansiedad es un estado emocional que nos genera una alta inquietud e inseguridad. Podemos decir que es algo normal, que todos en la vida diaria la sentimos ante situaciones estresantes y que os permite adaptarnos y está relacionado con el sentido de supervivencia.
Pero cuando la persona empieza a sufrirla en situaciones sin motivo y se convierte en miedo, pánico, estrés agudo, pérdida de control ya estaríamos hablando de ansiedad patológica o trastorno de ansiedad.
El trastorno de ansiedad generalizada, es un estado en el que se encuentra inquieto el ánimo de una persona de forma continuada, que genera miedo, desasosiego y preocupación. Es un estado intenso de ansiedad que provoca interpretaciones erróneas, generando pensamientos, sentimientos y comportamientos no adecuados a las situaciones vividas.
Los síntomas del trastorno de ansiedad que suelen aparecer con más frecuencia se agruparían en los siguientes apartados:
- Psicológicos y conductuales : sensación de amenaza y peligro, agobio, inquietud, inseguridad en sí mismo y con los demás, temor a perder el control, estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, impulsividad
- Físicos: Sudoración, nauseas, vómitos, falta de aire, temblores, tensión, rigidez muscular (tensión en las mandíbulas, movimientos torpes con manos y brazos), mareos, insomnio, cambio en la voz
Cognitivos o Intelectuales: preocupación excesiva, expectativas negativas, sensación de confusión, dificultad de atención, concentración y memoria
- Sociales: Irritabilidad, dificultad para mantener conversaciones con las personas, temor a afrontar posibles conflictos, ensimismamiento
Una de las soluciones para la ansiedad ha sido la medicación. La industria farmacéutica ha fabricado medicamentos psiquiátricos cada vez más sofisticados, con menos efectos secundarios y de acción más rápida. Son los médicos de cabecera y psiquiatras los que nos recetan los ansiolíticos.
¿Cómo actúan los ansiolíticos?
Las personas que necesitan de un tratamiento farmacológico para reducir la ansiedad, suele ser frecuente que prueben más de un tipo, cambiar la dosis de vez en cuando y hacer un seguimiento sobre cómo nos sentimos y los posibles efectos secundarios que nos ocasionan a través de la supervisión de las consultas médicas, ya que cada persona reacciona mejor a un tipo de ansiolítico.
Los ansiolíticos, los sedantes y los hipnóticos son medicamentos que funcionan en el sistema nervioso central para aliviar la ansiedad o ayudarnos a conciliar el sueño.
Cuáles son los principales tipos de ansiolíticos?
En el mercado farmacéutico los ansiolíticos tienen como objetivo tratar desde procesos asociados a la ansiedad, el insomnio, los trastornos del pánico, etc. los más comunes son:
1. Benzodiacepinas
Son los más comunes y utilizados en la actualidad. Además de actuar sobre la sustancia GABA también lo hacen sobre el sistema límbico, inhibiendo la actividad de la serotonina. Producen relajación, alivio de la tensión cognitiva y un efecto sedante.
La administración y consumo de estos fármacos psiquiátricos no debe exceder más de las 4 o 6 semanas. En caso contrario, podemos desarrollar dependencia.
Se utilizan para el tratamiento de la ansiedad generalizada, insomnio, fobias, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), trastornos afectivos, trastornos de personalidad, esquizofrenia y en urgencias psiquiátricas con agitación psicomotriz, ataques de ansiedad y/o pánico, delirium tremens, etc
Se clasifican según su duración y efecto en nuestro organismo:
– Ansiolíticos de vida media corta (hasta 8 horas): Bentazepam, Clotiazepan, Cloxazolam
– Ansiolíticos de vida intermedia (de 8 a 24 horas): Alprazolam, Bromazepam, Camazepam, Clobazam, Ketazolam, Lorazepam, Oxazepam, Oxazolam, Pinazepam
– Ansiolíticos de vida larga (más de 24 horas): Clorazepato dipotasio, Clordiazepoxido, Clordiazepoxido + piridoxina, Diazepam, Halazepam, Medazepam, Prazepam
Me voy a centrar en algunos que son muy frecuentemente recetados como,
Alprazolam es uno de los ansiolíticos que más se recetan, más conocido como Trankimazin. Se usa sobre todo para el tratamiento de crisis de angustia, la agorafobia, ataques de pánico y estrés intenso.Tiene principios antidepresivos puesto que sus principios químicos se asemejan mucho a los antidepresivos tricíclicos. Tiene propiedades sedantes, hipnóticas y anticonvulsivas, pero el efecto más notable es el ansiolítico.
Es un fármaco de alta potencia y de acción inmediata. Es importante destacar que el potencial adictivo también muy alto, por lo que es recomendable que su administración sea limitada y puntual.
Bromazepam, lo conocemos como Lexatin. Se usa en dosis bajas para tratar la ansiedad y las neurosis fóbicas. Si se administra en dosis más elevadas actúa como efectivo relajante muscular, sedante e hipnótico. Es un medicamento que genera rápidas dependencias e interactúa con diversas sustancias, sobre todo combinado con el alcohol.
Clorazepato se utiliza en casos no excesivamente graves que requieren de un abordaje puntual, aparte de la ansiedad, en trastornos del sueño, angustia, problemas durante la menopausia, en neurosis y psicosis, y efectivo para la abstinencia del alcohol y otras drogas. Puede tomarse durante 3-4 meses, más allá de este periodo genera dependencia y puede perder eficacia.
Diazepam o valium, es el fármaco más eficaz para tratar los espasmos musculares, de ahí que no se use solo para el tratamiento de la ansiedad sino también para trastornos psicosomáticos, tortícolis, delirium tremens, ataques de pánico, disnea… e incluso para las clásicas sedaciones previas a las intervenciones quirúrgicas. También genera una elevada dependencia cuando se usan dosis elevadas durante períodos prolongados.
Lorazepam u orfidal. Tiene una elevada potencia y se utiliza para tratar trastornos de ansiedad, del sueño, problemas de insomnio, estados de tensión, algunas enfermedades psicosomáticas y orgánicas, como también indicado para el tratamiento de las náuseas y los vómitos originados por la quimioterapia o por la agitación provocada por la abstinencia del alcohol. Tiene un efecto inmediato, y sus efectos secundarios no son excesivamente graves, no genera una dependencia elevada, pero aún así se recomienda que su uso sea limitado en el tiempo.

2. Los barbitúricos
Eran el único ansiolítico antes de que llegaran al mercado las benzodiacepinas, como el conocido Valium (Roche, 1963). Eran capaces de actuar como sedantes del sistema nervioso central de forma inmediata pero generaban una elevada dependencia psicológica y física. Además, la línea que separa de una dosis normal a una dosis tóxica es muy fina. Su mecanismo de acción se basa en impedir el flujo de sodio a las neurosas, y actualmente sólo se utiliza para algunos tipos de cirugía y tratar las convulsiones.
Los más comunes son: Amobarbital (Amytal), Apropbarbital (Alurate), Butobarbital (Butisol), Phentoarbital (Nembutal), Secobarbital (Seconal)
3. Buspirona
Tiene sus pros y sus contras. Su principal ventaja es que apenas tiene efectos secundarios, no interactúa con otras sustancias, no afecta al rendimiento cognitivo y no provoca sedación. Es un fármaco por tanto muy bien consolidado en el mercado farmacéutico y gusta mucho a los facultativos por su escasa adversidad.
Sin embargo, tiene en contra es que es de acción lenta. De hecho el paciente empieza a notar sus efectos a los 15 días. Algo sin duda complejo, porque la persona que sufre un cuadro severo de ansiedad quiere sentirse mejor cuánto antes, y ante todo, poder dormir. De ahí, que este fármaco no resulte útil en estos casos. Pero es muy eficaz para cuadros de ansiedad no muy intensa y es muy recomendable en personas mayores. Se utiliza para tratar los síntomas de la ansiedad: miedo, tensión, agitación, irritabilidad, mareos, insomnio, taquicardias.
4. Antihistamínicos
Son los que se utilizan habitualmente para tratar los procesos alégicos, ya que la mayoría de los antihistamínicos bloquean la histamina.
Sin embargo, dentro de ellos podemos encontrar también la Hidroxizina la cual además de aliviar la picazón causada por las reacciones alérgicas de la piel, reduce la actividad cerebral y sirve también para aliviar la ansiedad y la tensión. Aunque no son los medicamentos más idóneos para tratar la ansiedad.
Con la medicación, se puede generar dependencias en personas que tal vez, hubieran resuelto su problema puntual mediante una estrategia no-farmacológica, aunque en muchos casos los ansiolíticos con imprescindibles, sobre todo en patologías de origen endógeno. Hay que seguir las pautas indicadas por los médicos, pero es importante evitar caer en una espiral medicalizadora, donde los efectos secundarios a veces son más perjudicales que la propia sintomatología.
Los ansiolíticos no resuelven nuestros problemas, ni hacen que el sufrimiento psicológico se vaya. No curan la ansiedad, no hacen desaparecer los ataques de pánico, las neurosis o esas ansiedades puntuales que alteran nuestra vida en un momento dado. Los fármacos tratan, alivian, relajan, nos ofrecen descanso y aunque todo ello sea bueno y necesario, no resuelven el problema.
Lo que sí logran es reducir el malestar emocional para facilitar la efectividad de la psicoterapia que nos ayude a saber qué es lo que nos está produciendo esa ansiedad con un enfoque multidisciplinar para tener una vida más saludable.
¿Qué otros tratamientos hay frente a la ansiedad?
Una terapia psicológica complementada con un enfoque multidisciplinar como realizar ejercicio de forma moderada y practicar la relajación. Son otras maneras muy efectivas de poder sobrellevar esa ansiedad generada por distintas situaciones de la vida diaria.
El ejercicio físico ayuda a reducir la ansiedad, algunos de los motivos son los siguientes:
- Aumenta la producción de endorfinas, hormonas que originan un efecto sedante reduciendo la ansiedad y aumentando el bienestar.
- Aumenta la producción de noradrenalina y serotonina, neurotransmisores que regulan el estrés y sensación de bienestar.
- Mejora el aparato respiratorio y cardiovascular que incide directamente en las funciones del sistema nervioso autónomo favoreciendo una mejor respuesta a las situaciones de miedo.
- Mejora la calidad del sueño
- Aumenta la autoestima
El hacer ejercicio nos ayuda a estar en el momento presente, implica moverte, oxigenarte, liberando tensiones, y si lo puedes hacer con una buena actitud, disfrutando, mucho mejor¡.
La práctica de la relajación y respiración han sido ampliamente investigadas como beneficiosas para manejar la ansiedad, entre ellas están:
- Disminuye la frecuencia cardíaca, hace más lenta la respiración, mejora el sistema inmune y la función endocrina
- Reduce el estrés, la tensión y dolores musculares
- Disminuye las respuestas emocionales no saludables, como la ira, el enfado, el llanto y frustración
- Te llena de energía, optimismo y mejora la concentración
- Mejora la calidad del sueño y bienestar emocional
Existen diferentes técnicas de relajación para reducir la ansiedad, como el control de la respiración superficial que se puede realizar en cualquier sitio y momento, la respiración diafragmática, entrenamiento autógeno de Schultz, la relajación muscular progresiva de Jacobson, a través de las visualizaciónes, yoga, meditación, etc.
Si sientes que tu estado de ansiedad no se reduce, antes que se vuelva insoportable e incapacitante, y además suele venir asociado a otro tipo de problemas, es recomendable que consultes con un psicólog@ que te pueda ayudar y orientar a mejorar tu calidad de vida.
2 comentarios. Dejar nuevo
Esta genial el articulo. Saludos.
Gracias Ivonne por tu comentario.
Un saludo,