Todos tenemos problemas y dificultades a lo largo de la vida que vamos resolviendo de la mejor manera que podemos. Hay problemas como enfermedades físicas, tener un accidente, sufrir algún tipo de acoso, la muerte de un familiar debidos a circunstancias externas a nosotros, del momento vital en el que estamos que producen inevitablemente un sufrimiento. Muchas veces nos afectan psicológicamente y pueden o no convertirse en problemas psicológicos.
En estas ocasiones los psicólogos participamos, junto con otros profesionales en la mejora y elaboración de la situación en la que está la persona que lo vive.
Desde la psiquiatría se han realizado diferentes manuales de diagnóstico de enfermedades mentales, que no podemos confundir o equipararlos con los que llamamos problemas psicológicos. Como ha pasado en las distintas revisiones del DSM o el CIE-10. Lo que se considera pensamientos, conductas y sentimientos patológicos han sido ampliamente cuestionados tanto desde la psiquiatría como de otras disciplinas que estudian el comportamiento del ser humano, como la psicología. Pueden ser fuente de estigma, exclusión, y reduccionista a la hora de considerar la amplitud y complejidad que es el ser humano.
Algunos psicólogos opinan:
Marino Pérez Alvarez (Catedrático de la Universidad de Oviedo) explica que los problemas psicológicos surgen cuando una persona siente que vive en situaciones límite, donde se pone a prueba las posibilidades y recursos de uno a la hora de afrontarla entra en un bucle que no es capaz de resolver poniéndole al límite de sus posibilidades y haciéndola sufrir.
La terapia psicológica consistiría en ayudarle a salir de ese bucle, afrontar la situación que se le plantea de la mejor manera posible y aprender a resolver las dificultades en las circunstancias en las que vive.
Miguel Costa, psicólogo dice : “Cuando actuamos de manera desafortunada, cosechamos dificultades que pueden derivar en problemas psicológicos del comportamiento, pero considerarlos como enfermedades es una invención”. Junto con Ernesto López hacen una amplia crítica al sistema de diagnóstico actual de la enfermedad mental y una profunda reflexión sobre el comportamiento humano.
¿Cómo se suele expresar el motivo de venir a terapia psicológica?
En la persona que acude a terapia siempre hay una petición de ayuda, tanto explícita como implícita. El pedir ayuda no siempre es fácil ni cómodo, generalmente hay miedo a descubrir sus propias carencias, se sienten débiles dando lugar a sentimientos de inferioridad y vergüenza. La psicóloga o psicólogo es un profesional cualificado dispuesto a ayudarle y entenderle.
Diferentes maneras de expresar la demanda en consulta:
«Tengo un problema»
La persona expresa sus dificultades respecto a distintas cuestiones, áreas de su vida que le preocupan y le hacen sufrir. En muchas ocasiones han intentado solucionarlos pero no les ha dado el resultado deseado.
A veces, el paciente tiene dificultades en expresar lo que le ocurre, en concretarlo porque o sabe bien qué le ocurre. El psicóloga/o o terapeuta individual le ayuda a poder entender y definir qué cree que le está ocurriendo para así poder definir bien las estrategias de afrontamiento necesarias para la recuperación de su bienestar personal.
Por ejemplo si un paciente comenta que tiene ansiedad, hay que ir aclarando en qué momentos, situaciones, qué cree que le ocurre, desde cuándo cree que se inició para ir entendiendo. Aproximarse lo máximo posible al problema en concreto de esa persona, como a su vez de qué manera le está afectando, qué es lo que ha estado intentando para solucionarlo y cuáles son las posibles soluciones a lo que está viviendo.
Se trabajaría en terapia individual. Es importante que la persona que acude a terapia tome conciencia de su malestar y que desee verdaderamente librarse de ello.
«Un problema con uno mismo o con los demás»
La persona que acude a consulta va expresando el conflicto que tiene en relación bien consigo mismo, bien con alguna o algunas personas de su entorno.
Con el psicólogo/a se va explorando si tiene relación más consigo mismo, por su manera de funcionar, por su carácter, etc, o bien tiene que ver con su pareja o familia donde las relaciones entre ellos se han deteriorado. En el primer caso se trataría como una terapia individual, y en el segundo como una terapia de pareja y/o terapia de familia según las circunstancias y personas implicadas en el problema.
«Un problema de pareja o crisis de pareja» y/ o «un problema familiar»
Donde el ambiente se ha deteriorado, sobre todo en el caso de padres e hijos. Aquí hablaríamos ya directamente de terapia de pareja y/o terapia de familia.
Cuando una pareja o familia acude generalmente son capaces de reconocer que la relación entre ellos se ha deteriorado, que hay un problema y que están interesados en lograr cambios. También es cierto que cada uno tiene un visión personal de lo que ocurre, es importante que cada uno pueda expresarlo y conseguir entre todos una definición del problema de la relación entre ellos. Es decir, que todos están de alguna manera implicados en el problema y podrán trabajar conjuntamente para poderlo solucionar.
Los 7 tipos de problemas psicológicos más frecuentes por los que acude a consulta
1- Por estrés , ansiedad, nerviosismo
Suelen ser por dinámicas que se vienen haciendo desde hace tiempo, que no somos conscientes y que llega un momento que por acumulo o alguna circunstancia puntual hace que salga ese estado emocional, por ejemplo en un ataque de ansiedad o pánico.
Son situaciones, decisiones, vivencias emocionales que nos alteran a nivel psicológico y fisiológico y que nos impiden llevar un día a día adecuado, viviendo el presente. Ese estrés suele ir aumentando tomando decisiones que nos hacen protegernos de ese malestar, sufrimiento y miedo a las situaciones del día a día, que anteriormente no las vivíamos así y que se temen que se vuelvan a producir en un futuro. Esa inquietud, ansiedad termina convirtiéndose en algo diario que nos maneja y termina en convertirse en un problema psicológico.
2- Por sensación de tristeza, depresión, apatía, malestar constante
Es una vivencia de la vida apagada, sin ganas ni motivos de hacer nada, en ocasiones con accesos de lloros sin saber bien qué es lo que lo ha ocasionado, o bien por cualquier nimia situación que nos conmueve. A veces, hay un cierto miedo y se espera de forma pasiva a que algo externo cambie su vida. Entrar en la autocrítica no hace ningún bien.
En otras ocasiones se empieza a tomar consciencia que ya no disfruta como antes. Suele ser un proceso que va poco a poco, se va dejando de acudir a eventos, dejar de hacer hobbies, actividades con las que antes uno se divertía o dejar de estar con la familia y/o amistades.
Un psicólogo/a te va a ir acompañando en ese proceso de ir viendo qué está ocurriendo dentro de tí para que la vivencia de tu vida sea de esa manera. Posiblemente haya conflictos internos sin resolver que con ayuda psicológica vas a ir resolviendo. Lo más importante es qué quieres hacer ahora.
3- Por celos, por la sospecha que tu pareja no te quiere como antes o “ha cambiado”
Suele haber un miedo intenso a que la pareja nos deje, abandone. Se crean situaciones en la relación de mucho malestar, incomprensión, discusiones, etc. Aunque la persona sea consciente y vea que no tiene razones para tener celos, le es inevitable controlarse en ese conjunto de emociones y sentimientos. Todo esto tiene que ver con heridas emocionales profundas.
Esto no quiere decir, que la pareja tenga que cambiar sus hábitos, todo lo contrario. Se debe poner unos límites claros de lo que se puede pedir o no. Hablar claro de lo que está pasando, qué siente cada uno para que ambos no se pongan a la defensiva y se dañe la relación.
Es recomendable que la persona que siente celos vaya a una terapia para poder mejorar su vida y afrontarlo, ya que lo puede ir repitiendo en la pareja de forma constante o en las sucesivas parejas.
4 – Cuando hay una ruptura en la relación de pareja
El impacto emocional, físico y psicológico suele ser grande ya que abarca muchas áreas de la persona, como la autoimagen, autoestima, soledad, la relación con la familia y amigos, ocio, hobbies, etc. El ir rehaciendo la vida sin la otra persona suele depender de los años que han sido pareja y la vida que conjuntamente llevaban.
Independientemente de cuál haya sido el motivo de la ruptura, como una infidelidad, es un proceso de duelo. Tocan aspectos emocionales internos de distintos ámbitos de la vida que puede llevar a sentirnos en una crisis vital.
5 – Por una enfermedad física o problema de salud
Con un problema físico la persona se puede sentir intranquila por el cambio que supone a la nueva situación y necesita un apoyo puntual para adaptarse. Adquiere más importancia cuando son enfermedades crónicas o suponen un riesgo del bienestar o de la vida de la persona. Es el momento de plantearse el apoyo psicológico para no sólo poderlo llevar mejor sino también como una manera de compartirlo y minimizar los efectos en las personas cercanas a nosotros, como la familia y amigos.
Se generan miedos, preocupaciones y motivos para estar asustadas ante el problema de salud. Se trataría en terapia de poder acompañar a la persona y también en muchos casos con la pareja y/o familia en ese proceso, gestionar el miedo presente, tenga razones justificadas o no.
6 – Por consumo excesivo de sustancias, medicación y/o drogas
El consumir de forma habitual cualquier tipo de sustancia altera la percepción, sensaciones del mundo externo, que puede estar justificado en momentos puntuales y con el control médico correspondiente.
Pero cuando se utiliza para llevar un vida cotidiana normal como dormir, salir a la calle, trabajar, hacer algo que nos da miedo, la sensación de intranquilidad constante es posible que se necesite ayuda psicológica para poder afrontarlo sin el consumo de sustancias. Estas están tapando aquello que es necesario resolver, cada vez se vaya empeorando más y necesitando más medicación, drogas, etc para conseguir el mismo efecto.
En el caso de las drogas las consecuencias que produce a nivel interno como externo (social, trabajo, familia) todavía es más profundo y dañino.
La opción más saludable es que decidas cambiar tu vida, pedir ayuda a un psicólogo/a. De esta manera podrás ir dejando estos hábitos nada saludables y orientar tu vida a algo mucho más satisfactorio y liberador. Cada vez que lo intentes será un paso más para poder salir de todo esto.
7 – Porque nada de lo que has hecho hasta ahora parece funciona
Muchas personas pasan periodos de su vida con cierta ansiedad, otras con una sensación de tristeza. O bien, todo lo que te pasa se mira de forma negativa, con pensamientos catastróficas y que te cuesta vivir el día a día. En ocasiones sientes que tu vida no tiene sentido, etc.
A pesar que se haya recurrido a leer libros de autoayuda, u otras alternativas que te han sugerido las personas cercanas a ti, nada ha cambiado y el estado de ánimo sigue igual. Puede que haya un problema más profundo que tenga que ver con tus valores y creencias en la vida. Es el momento de pedir ayuda, ponerte en manos de un psicólogo/a y hacer una terapia psicológica.
Para acudir a una terapia psicológica individual, de pareja o familia puede haber muchas razones, entre ellas el sufrimiento con que uno vive las circunstancias de la vida que le generan problemas psicológicos, no enfermedades mentales. Si alguna de estas situaciones que te expuesto te suena a algo que te pase a ti, no lo dudes y acude a un psicoterapeuta.
En definitiva, si ir al psicólogo/a para hacer terapia significa empezar a dar los pasos necesarios para llevar una vida más plena, dejar de sufrir, el momento de empezar tu terapia es ahora.
“Las fuerzas que escapan a tu control pueden quitarte todo lo que posees excepto una cosa, tu libertad de elegir cómo vas a responder a la situación” Viktor Frankl