La otra cara de la pandemia, la salud mental: ansiedad, depresión y estados de ánimo
Hoy en día existe una sobre información diaria sobre el Covid-19: números de PCR realizados, lugares más afectados, cuáles son positivos, número de muertes, estadísticas de como va la evolución de la pandemia. A la vez nos van relatando el estado de la atención primaria, recursos hospitalarios que conlleva el tomar una serie de medidas que nos implican a todos.
Hacen faltan más recursos, adaptar y reinventar el ejercicio de la psicología desde la distancia, medidas para no contagiarnos, además de las limitaciones en los distintos tipos de confinamiento.
Si los recursos para la salud física están mermados, los recursos para atender la salud mental de la población también. Existe una avalancha de consultas en los ambulatorios, atención primaria y consultas privadas que han desbordado la capacidad de atención psicológica, recurriendo a un aumento considerable de ansiolíticos y antidepresivos sin atención psicológica que eso derivará en un aumento considerable de trastornos mentales que llegarán más adelante y en peores condiciones.
Desde el Consejo General de la Psicología en un estudio realizado recientemente, concluye que en esta segunda ola ya presenta un aumento considerable de síntomas de ansiedad y depresión, y las tasas de prevalencias muy superiores anteriores a la pandemia, por lo que nos encontramos ante un aumento de necesidades de atención psicológica que es necesario resolver.
La OMS ha empezado a comentar sobre la tercera ola, con consecuencias en la salud mental. En su informe sobre el impacto del Covid-19 en la salud mental concluyen que en el 89% de los estados miembros de la OMS está contemplado un plan de respuesta a la pandemia en cuanto a la salud mental y apoyo psicológico, pero sólo el 17% dispone de una financiación para sufragar el gasto que eso supone.
Conlleva un cambio de los psicólogos en la atención psicológica de la salud mental de sus pacientes, para atender con rapidez a través de videoconferencias (zoom, skype), telefónicamente y también de forma presencial con las medidas preventivas necesarias que garanticen la seguridad y salud física tanto de los pacientes como de los psicólogos que los atienden.
Todo esto requiere una preparación, entrenamiento y evaluación por parte de los profesionales para detectar cuál es el medio adecuado, o en qué momento conviene uno u otro según la demanda y situación de los pacientes. Lo alarmante, según los datos, es que en España cuenta con 6 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes, muy inferior a la media europea que es de 18 y a la OCDE, que son 26.
¿Cómo afecta la pandemia del coronavirus en la salud mental de las personas?
Sobre cómo nos está afectando la pandemia del coronavirus, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) un equipo de psicólogos en el momento del confinamiento inició un estudio con el objetivo de averiguar cuál era el estado mental de la población, y meses después cuando las personas ya pudieron salir. Las conclusiones a las que llegaron no dejaron dudas que la ansiedad de las personas fue mayor durante la reclusión y que a medida que avanzaban las semanas los síntomas iban cambiando a síntomas depresivos y trastornos del estado de ánimo. Se investigó y valoró la ansiedad, depresión, insomnio y estrés postraumático.
Según el estudio la ansiedad en la población al principio del confinamiento en abril fue del 14,3%, un pico que al salir disminuyó al 8,4%. Según Rodríguez Muñoz «Aunque la gente atenúa su respuesta de estrés, sufrirlo sigue siendo un riesgo latente que se podría disparar». Y así ocurrió y ocurre, a partir de septiembre a raíz de la segunda ola de contagios el riesgo de sufrir ansiedad aumentó entre el 19% y el 29%.
La depresión que en un inicio fue del 8,1% aumentó al principio del confinamiento, y con los meses fue disminuyendo hasta casi el 4%. Pero el riesgo de sufrir depresión ocurre de igual manera que con la ansiedad, se ha elevado hasta el 32% de la población.
En cambio, el insomnio se mantuvo estable, alrededor del 30-35%. Parece que el insomnio está muy relacionado con otros factores, aparte del estrés, como factores contextuales y biológicos.
En cuanto al estrés , el estudio concluye que un 47% de los encuestados sufrían este tipo de síntoma al inicio del confinamiento, y que este porcentaje fue disminuyendo hasta el final del estudio, aunque el nivel de estrés percibido siga siendo moderado.
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en su último estudio del 11 de noviembre 2020, el 79,3% de la población española considera que el coronavirus ó Covid-19 ha tenido unos efectos en la salud emocional de las personas.
La mitad de los encuestados dice sentirse ansioso (50,6%), preocupado (51%) o triste (52,4%) durante estos momentos de pandemia. También en los resultados, las personas confiesan sentirse deprimidas (29,3%) y con cierto enfado un 40,7%.
Dentro de las personas que han necesitado atención profesional por su estado de salud emocional, el 41,1% ha acudido al médico de cabecera, un 26,2% al psiquiatra y un 54,3% a un psicólogo.
Los encuestados dicen estar muy preocupados (93,5%) por la situación del coronavirus que se vive, tanto en la salud física (29,2%), como en los efectos negativos en la salud mental y bienestar emocional (17;5%).
Todo lo anterior se refiere a las personas, en general. Y ¿qué ocurre en las familias con hijos que han sufrido el confinamiento cuando el coronavirus sigue presente en nuestras vidas?
¿Cómo está afectando la pandemia del Covid-19 a salud mental de las familias?
Estamos ya en el noveno mes desde el confinamiento del Covid-19, la incertidumbre y malestar siguen estado presente en la vida de cada uno en esta situación de pandemia. Con cierta sensación de adaptación sin dejar de ser algo molesto todos los días, nos está afectando a la salud mental. Tal y como la Asociación Americana de Psicología concluye en un estudio realizado recientemente, los padres con hijos menores en casa están más estresados que los que no los tienen. Es una parte de la población a la que poco se está mirando y/o investigando para poder evaluar el impacto y dar respuesta a sus necesidades.
Prácticamente de un día para otro, tanto padres/madres e hijos se tuvieron que adaptar a unas circunstancias en la que no estaban preparados, sin ninguna ayuda para conciliar el trabajo con el cuidado de los hijos, haciendo malabares para sostenerse no sólo a nivel logístico, sino también emocional en un clima de auténtico temor.
Dependiendo de la edad de los hijos requería una atención u otra, en el caso del teletrabajo medios para ello, además de las necesidades de cada miembro en la familia en una convivencia de confinamiento donde el espacio individual se reduce al máximo. La ansiedad y angustia en muchas familias subió por esa sensación de “tener que llegar a todo”. Cuando se volvió a la escuela, en principio se vivió con cierto alivio, pero luego aparecieron los miedos al contagio.
¿Cuáles son las mayores consecuencias psicológicas de la pandemia en las familias?
A nivel general, lo que los psicólogos nos estamos encontrando son una elevada ansiedad que conlleva un agotamiento mental de la población general. Además se le une al miedo al contagio, que puede derivar en trastornos obsesivos compulsivos. La tristeza aparece en muchos casos como un tono emocional que se agrava para las personas y familias que han perdido a un ser querido y no han podido despedirse.
Para las familias en las que se ha perdido el empleo, o bien reducido en gran medida sus ingresos y se han visto forzados a pedir ayuda bien a familiares u otros organismos, resulta muy duro. En muchos casos supone el cuestionarse su propia capacidad de salir adelante, de no poder dar a sus hijos e hijas lo que necesitan provocando cuadros depresivos.
Cómo afrontarlo, con qué recursos se cuenta en esta situación de pandemia?
Compaginar el trabajo y cuidado de la familia va a ser complicado mientras dure esta situación y que conlleva una serie de consecuencias para la propia familia, unos cambios en la dinámica y reajuste en la forma de vivir dentro de las mismas y de cara a la sociedad.
La Universidad del País Vasco ha comenzado a realizar una investigación sobre el impacto de la pandemia provocado por el coronavirus en aspectos psicológicos y sociopolíticos. Lander Méndez, psicólogo, comenta como hasta ahora han sido los abuelos los que han hecho posible esa conciliación entre el trabajo y el cuidado familiar. Ante el distanciamiento como prevención de la propagación del virus, siendo además población de riesgo, las familias se han visto sin ese apoyo imprescindible para esa conciliación. De ahí se considera que la conciliación laboral sería un requisito a valorar a la hora de poner recursos para el bienestar familiar.
El teletrabajo, es otro aspecto que hay que valorar en esta situación de pandemia. La sensación que se ha creado a nivel general en las empresas, instituciones y personas es que es una trampa en la que desaparecen horarios. El trabajo, cuidado de los hijos y la casa se hace todo al mismo tiempo, y no es así. Todavía tenemos que aprender a ponernos un horario y sacarle las ventajas.
Dependiendo de las circunstancias de cada familia, también la manera de afrontarlo ha sido diferente. En algunas familias monoparentales en el caso de las mujeres, hablan de un sobrecarga de trabajo. En principio fue como un estado de shock ante los acontecimientos que iban ocurriendo, donde la supervivencia mental de basaba en seguir con una rutina de trabajar, cuidar en casa a los hijos, las tareas de casa, sin pensar en nada más. El estado de ánimo ha ido decayendo hacia la tristeza, apatía, ansiedad, que en muchos casos después del confinamiento han recurrido a una terapia psicológica donde pedir ayuda para seguir llevando esta situación en mejores condiciones anímicas.
En otras familias, el miedo a que los padres enfermaran, la incertidumbre económica sobre todo en los casos de autónomos, la ansiedad y la angustia van en aumento al ver que la situación no va a variar a corto y medio plazo. Por eso el apoyo psicológico es importante para poderse enfrentar a este momento, para “no verlo todo negro” y sacar de uno mismo lo mejor en cada momento, sobre todo de cara al bienestar familiar y los hijos.
En definitiva, la pandemia afecta a todos en el impacto de la salud mental. En cuanto a las familias, sobre todo en la tarea del cuidado de los hijos y mayores son especialmente a las mujeres que en su bienestar le ha afectado más que a los hombres. Con más índice de paro, mayor carga de trabajo en el hogar conlleva una mayor tensión, ansiedad y en muchos casos a una depresión por agotamiento físico y mental. Tenemos que tener en cuenta que el 81% de las familias monoparentales están encabezadas por una mujer, responsables del cuidado, atención, educación de los hijos y además ir a trabajar fuera o en casa, teletrabajando.
Toda esta situación tensa cada vez más a las familias, cargando con un peso donde la conciliación familiar cada vez es más precaria. Sin contar con el apoyo de las instituciones y nuevas medidas sociales estructurales para afrontar la nueva realidad, la necesidad de invertir en recursos y proyectos a medio y largo plazo para el apoyo de las familias, los índices de divorcio, violencia doméstica y suicidio van a ir en aumento.
Y si se repite el confinamiento?
El hecho de haber salido del confinamiento, a pesar de las muchas medidas que se siguen tomando ha hecho que los síntomas de ansiedad, depresión hayan disminuido en alguna medida, pero se ha afrontado peor que en la primera ola. Con la llegada de la Navidad, el relajamiento de las medidas de seguridad y bajo la amenaza de una nueva ola, un nuevo confinamiento podría ser posible.
Existe ya una fatiga en la población, hay falta de profesionales, de psicólogos que ayuden en estos momentos, si hubiera un nuevo confinamiento habría un nuevo repunte en los síntomas depresivos y ansiosos, entre otros.
5 Consejos útiles frente a un posible confinamiento
En principio saber que la ansiedad, angustia, tristeza, depresión, cambios en el ánimo son algunos síntomas comunes que pueden aparecer en algunas personas en estas circunstancias especiales.
1- Relativizar el momento sabiendo que es temporal, que tendrá un final. Esto hace que nos podemos ubicar en un tiempo concreto, sabiendo que va a pasar.
2- El hacer deporte a diario favorece el equilibrio físico y psicológico. Se liberan las “hormonas de la felicidad” como la serotonina, dopamina y endorfina que ayudan a mantener a raya los síntomas de ansiedad y depresión.
3- Mantener dentro lo posible unas rutinas y horarios habituales: tiempo de trabajo, comidas, deporte, ocio. Ayudan a mantener un equilibrio interno, sin dejarnos llevar por el desorden de horarios en un momento distinto al habitual.
4- Por otro lado, ser más flexibles con los tiempos de los niños en casa si los hubiera. Es importante evitar, en la medida de lo posible, el estrés en el hogar. Son momentos excepcionales que requieren decisiones excepcionales, como el hecho de dejar más tiempo con los móviles, pantallas o juegos supone un descanso para los padres.
5- Puede ser un buen momento para aprovechar a realizar actividades de ocio y/o tareas pendientes que generalmente no se han podido llevar a cabo.